El reparto del medio oriente
En 1914, las provincias árabes del Imperio Otomano se encontraban bajo la influencia colectiva y multiforme de las potencias europeas, a las que se sumaba Estados Unidos. Los “Jóvenes Turcos”, en el poder desde 1908, intentaban deshacerse de estas ingerencias permanentes, pero a costa de un centralismo autoritario que suscitaba el surgimiento de un movimiento autonomista árabe dispuesto a buscar el apoyo de Europa. Francia era la potencia dominante, gracias a sus inversiones económicas y a su influencia educativa y cultural. Se llegó a hablar de una “Francia del Levante”. Los británicos, que ocupaban Egipto desde 1882, reconocen finalmente –de mala gana– esta supremacía.
Al entrar en guerra en noviembre de 1914, los otomanos pretenden librarse de las dominaciones extranjeras y eliminar los autonomismos locales. A partir de 1915, la represión golpea a las elites políticas árabes (ahorcamientos, exilios en Anatolia). Poblaciones enteras serán martirizadas (cristianos de los Montes del Líbano diezmados por el hambre, trágico destino de los armenios y otros cristianos de Anatolia deportados y masacrados). Buscando desestabilizar a las dos grandes “potencias musulmanas” que constituyen los imperios coloniales francés y británico, los otomanos llaman a la guerra santa, a la jihad. Inicialmente, los británicos se limitan a un combate defensivo en las cercanías del Canal de Suez, mientras que el Ejército angloindio comienza la difícil conquista de Irak a partir de Basora
martes, 13 de abril de 2010
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